jueves, 17 de octubre de 2013

La sensibilidad de un Torero

Siempre me ha gustado escuchar y charlar con los ancianos, ellos que de haber vivido tantas cosas, de tener esa experiencia de la vida nos pueden hablar de ella sabiendo de lo que hablan. Escuchando así a los maestros retirados, todos se ponen de acuerdo diciendo como de una misma voz que para ser “alguien en este mundo de los toros, siempre hay que ser un hombre antes de ser un torero”. Esta máxima tan sencilla no solo debería aplicarse a los toreros sino a todo el mundo. 

Cuando uno quiere llegar donde sea nunca debe olvidar de donde viene. A día de hoy en nuestra sociedad parece ser que muchos se olvidan de eso, por ejemplo cuantos chavales de las escuelas taurinas se creen que todo les ha llegado ya solo por haber toreado una becerra…? De hecho, Sergio no es una persona así ni mucho menos, sino al revés es una persona que además de tener mucha educación, es un ser dotado de una gran sensibilidad y  mucha clase. No estamos hablando de su clase toreando, ya que por supuesto también lleva mucha clase arrastrando su muleta, sino de la clase natural en la vida que está demostrando cada día, esa clase que le da importancia a una persona. Lo demostró en Málaga este verano donde a pesar de la rabieta que tenía por haber pinchado una gran faena, supo dedicar tiempo a los aficionados presentes allí como este niño que le pidió sacarse unas fotos con él. 

El invierno pasado Sergio se puso en contacto conmigo preguntándome si no me importaría echarle una mano. En un primer tiempo su llamada me sorprendió, porque claro era la primera vez que alguien me solicito para ayudarle, pero una vez este tiempo de sorpresa pasado y como siempre me gusta dar la cara le dije “voy intentar ayudarte pero no te puedo prometer nada” a lo que me contesto “estoy seguro que lo conseguirás porque lo vas hacer muy bien estoy convencido”.  Desde luego aunque Sergio me había mandado muchas fotos y videos de él, aprovechamos de un día de campo en la ganadería de Albarreal, un día soñado para mí ya que iba a matar mi primer toro, para hacerle una prueba con una vaca. La prueba fue todo un éxito y no por su forma de torear sino por su forma de ser, por su forma de entender la vida, por su forma tan respetuosa y a la vez tan sincera de hablar. Siendo los dos muy tímidos aquel día conectamos tanto que por mí ya no había ningunas dudas más, este chaval merecía la pena luchar por él y así se lo significo. Desde entonces he empezado mi lucha por el, formando a su lado un binomio complementario como si el fuese el hermano pequeño que nunca he tenido. A día de hoy sobran las palabras para que yo entienda sus dudas, sus miedos, sus preguntas, sus angustias o sus porque… Cuando fuimos en Salamanca para preparar los compromisos que nos esperaban en agosto, una vez mas demostró Sergio su sensibilidad humana natural, no hacía falta levantar la voz ni hacer unos discursos interminables, solamente a base de miradas y de pocas palabras el resiento el mensaje que se  lo enviaba y lo expresaba de una manera inigualable. Las charlas que hemos compartido y que compartimos a diario y a veces hasta muy tarde me hacen sentirme un privilegiado, privilegiado no solamente por ser su amigo sino por ser intimo con él, por vivir sus momentos buenos como sus tardes de fracaso, compartir sus sonrisas como sus lagrimas en los peores momentos… 

De todos estos momentos compartidos, el que más desvela la sensibilidad y sobre todo la grandeza de Sergio es la tarde de la semi-final del Certamen Serranía de Ronda en Cortès de la Frontera. Aquel día no solo me ofrezco una de sus mejores tardes de la temporada sino que además hubo el detalle, mejor dicho el buen gusto de brindarme aquella faena. Por cierto las palabras que me dijo aquel día  no os las puedo desvelar  porque son muy personales pero lo que si os puedo desvelar es que valieron más que todos los discursos del mundo, fueron palabras sencillas y llenas de verdad, expresando una tal sinceridad que me emocionaron. Ese detalle, que por muchas personas pudiera aparecer como algo normal o sin importancia, me lleno de orgullo no por ayudar a un torero sino por ayudar a un hombre con una H Mayúscula y con un corazón aun más grande. Aquel día me reconforto en mi idea que ayudar a Sergio es y será una experiencia única, y que hay que vivirla porque a una persona como Sergio, es decir una persona de una sinceridad fuera de lo común, es muy difícil encontrarlo en la vida. Sabemos muy bien que el camino que tenemos por delante para llegar donde queremos llegar es muy largo y lleno de trampas, es solo acordándose de dónde venimos que podremos superarlas. Y mas que nadie Sergio es consciente de esto, el tiene las ideas muy claras gracias a los valores de vida que le inculcaron sus padres. Como bien dicen los maestros, antes de ser torero hay que ser un hombre… En ese sentido Sergio ya es un hombre, ahora solo le falta cumplir ese sueño de llegar a ser torero…





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